Hace 2 días murió un amigo. Un amigo al que dejé de ver hace varios años por cosas que no vienen al caso. Arreglamos las cosas, sin pedirnos disculpas, sin decir nada, solo las arreglamos. Nos escribimos de cuando en cuando, nos saludamos pero nunca volvimos a hablar como antes, a compartir como antes, a contar el uno con el otro como antes.

1 día antes de que el falleciera pasé cerca de su casa. Pensé que debiamos hablar. Que debía aclarar que nuestra amistad la valoraba y la extrañaba. Pensé en presentarle fisicamente a mi hija, en decirle que ese era su tío. Pensé en ir el siguiente fin de semana, en llamarlo el lunes o martes y cuadrar para ir a conversar. Pero el destino, el implacable destino, tenía otros planes. Ese mismo sábado mi amigo sufrió, según tengo entendido, el primero de 2 infartos que se lo llevaron.

No se si fue un presentimiento o, como dicen las abuelitas, una despedida, pero el hecho es que ese día pensé en mi amigo. Una buena persona, con mas virtudes que defectos, y aquí no aplica eso de que no hay muerto malo, que supo ganarse el cariño de muchos. Un amigo que me acompañó / solapó / aonsejó en muchas cosas, que me soportaba, lo cual es una hazaña, y a quien guardaré un cariño especial, aunque nos hayamos distanciado.

Donde quiera que estés, un abrazo mi querido amigo.